Sin embargo, muchas de estas personas no son necesariamente alérgicas ya que este término implica que está envuelto o activado el sistema inmunológico en contra de algún ingrediente en particular. La alergia de contacto es un evento distinto y menos común y ocurre aunque tan solo haya un exposición minúscula o breve al ingrediente en cuestión.
Por el contrario, la persona con piel sensitiva muchas veces reacciona a una exposición muy frecuente o concentrada de un producto, especialmente como substancias volátiles o irritantes. Un ejemplo simple de la vida diaria sería el detergente de fregar. Un uso ocasional del mismo rara vez irrita nuestras manos pero... ¿que tal si lo hacemos por ocupación, múltiples veces al día?
Lo mismo suele ocurrir con productos abrasivos para el rostro o con ácido glicólico o los retinoides tópicos, que tanto se usan para mejorar el rostro. En estos casos, se debe comenzar poco a poco, tal vez en noches alternas para permitir que el cutis se adapte. En la mayoría de estos casos, la persona no es alérgica sino un tanto sensitiva.